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sábado, 9 de noviembre de 2013

Un bebé entre dragones.

Un bebé entre dragones.
En un lugar muy lejano, entre dos grandes montañas y rodeado por un espeso bosque se encontraba un pueblecito muy especial. Sus habitantes eran dragones. Solamente quedaba este poblado de dragones en el planeta. Era un pueblo precioso. Tenía muchos árboles y grandes volcanes. Pero los volcanes no eran montañas que escupían lava, sino que servía de alimento a los dragones para que no se les apagase el fuego que lanzaban por la boca. Vivían muy felices  todos se llevaban muy bien.
   Rufus y Rufa eran una pareja de dragones muy queridos por todos los habitantes. Ellos eran los responsables de enseñar a los bebés dragones a escupir fuego y a volar. Ellos decidieron tener un bebé y un día al despertar se llevaron una gran sorpresa. No se podían creer lo que les había pasado. En su nido en lugar de haber un bebé dragón se encontraron con un bebé humano. Rápidamente cogieron al bebé y ser reunieron con el resto de los habitantes. Todos se pusieron nerviosos, no sabían que hacer. Unos querían abandonarle en el bosque, otros tirarlo al río, otros lanzarle al volcán....
    Pero Rufus y Rufa sentían pena por el bebé y propusieron educarle como a un dragón. Todos se quedaron paralizados como si alguien hubiera parado el tiempo. Y después de unos segundos todos los dragones dijeron que sí.
    El niño y los dragones eran muy felices juntos. Solo había una pega, el muchacho no podía volar, ni tampoco echaba fuego.
     Se acercaba como todos los años la "carrera de las alas". Era muy importante para los dragones. En ella participaban los dragones entre 9 y 11 años. Rufino , que así se llamaba el niño, le dijo a sus padres que quería participar, porque ya tenía nueve años. Rufus le fabricó unas alas a su hijo. Tenían un diseño muy chulo y gracias a las alas y a las clases de su padre consiguió la medalla de oro. Rufino se sintió muy feliz.
     Fue pasando el tiempo, y el niño todos los años ganaba la famosa carrera. PEro empezó a sentirse muy triste porque era diferente a los demás y notaba que le miraban como un bicho raro. Un día, al llegar a casa le comentó a sus padres que querían ir al mundo de los humanos para poder hacer las mismas cosas  que un humano. Sus padres le hicieron una promesa y le dijeron que cuando tuviera veinte años, si sacaba buenas notas se podría ir con los de sus especie. 
   Llegó el día y aunque estaba triste, porque tenía que marcharse, se sentía a la vez emocionado. Se marchó a su mundo, se casó , tuvo hijos y cada tres semanas iba de excursión al pueblo de los dragones para visitar a su familia especial. Así dragones y humanos vivieron en buena armonía.
    Y colorín , colorado la llama de este cuento se ha apagado.
RUBÉN GALLEGO ALGUACIL

1 comentario:

  1. Me encanta esta redacción hecha por nuestro alumno Rubén Gallego. Ha sida elegida entre las otras para ponerla en el blog.

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